El jardín japonés de Buenos Aires es, junto con el jardín botánico Carlos Thays, uno de los más bonitos y mejor cuidados jardines de la ciudad.
Es un típico paseo de fin de semana de los porteños, que también suelen concurrir al jardín en celebraciones especiales, como el Día de la Niña o el Niño o en eventos de cultura pop japonesa, como concursos de cosplay (trajes de personajes de animación japonesa).
Construido en 1967 para celebrar la visita del Príncipe Akihito a Argentina, el Jardín Japonés de Buenos Aires es uno de los lugares más agradables del barrio de Palermo y de toda la ciudad.
Descubriendo el Jardín Japonés
Al igual que los bellos y coloridos jardines que se pueden encontrar en Japón, el Jardín Japonés de Buenos Aires está compuesto por hermosas zonas verdes y diferentes elementos que transmiten armonía y equilibrio.
El jardín cuenta con una gran variedad de plantas japonesas y agradables lagos repletos de carpas, que se atraviesan por medio de significativos puentes.
El Jardín Japonés está administrado por la Fundación Cultural Argentino-Japonés.
A menudo es utilizado como lugar de celebración de las fiestas tradicionales japonesas.
Interior del Jardín
Las instalaciones cuentan con una biblioteca de temática japonesa, un restaurante y una casa de té, además de ser el lugar de numerosos cursos de cocina japonesa y cultivo de bonsáis.
El principal atractivo del jardín japonés son sus paisajes de postal. Diseñado por el paisajista nipón Jasuo Inomata en 1977, está inspirado en el estilo zen.
Cuenta con especies típicas de Japón y un lago con peces koi a los que los visitantes suelen alimentar. El alimento se compra en las mismas instalaciones del lugar.
El tradicional puente rojo sobre las aguas es la clásica fotografía del Jardín Japonés.
El paseo propone un recorrido serpenteante que lleva a distintos rincones, cada uno con atractivo propio.
Una campana, un pequeño salto de agua, una roca de gran tamaño… decenas de detalles salpican el paisaje aquí y allá y cautivan a los visitantes con su encanto y poesía.
En el jardín hay un edificio que contiene un centro cultural, y un restaurante en el que se sirven platos típicos de Japón y un vivero.
Hay también una tienda de artesanías.
El centro cultural ofrece talleres permanentes y eventuales que atraen un gran número de visitantes.
En el restaurante se puede tomar un té acompañado de dulces típicos de Japón con vistas al jardín a través de los enormes ventanales.